Desde el Bao hasta la villa de Navia, un
recorrido por el litoral costero de las cuatro parroquias: Villapedre, Vega,
Piñera y Andés
El concejo de Navia se sitúa en la
marina occidental asturiana, entre los de Valdés y Coaña. Se trata de uno de
los concejos más prósperos del occidente astur, que combina la economía
tradicional con un buen desarrollo industrial y de servicios. Como toda su
comarca, la del Eo-Navia, se articula en torno al río Navia, el segundo por su
caudal y el primero en longitud entre los ríos asturianos; también, con una
amplia cuenca fluvial que es la segunda en la geografía de Asturias. Cuenta,
además, Navia, con una extensa rasa marina; varios kilómetros de costa con
profundos acantilados, llamativas playas y pequeños estuarios; también,
fértiles llanuras de pastos y tierras de labor para los pueblos y aldeas de la
parte más septentrional de concejo.
Precisamente, a recorrer esta rasa
costera fuimos los del grupo La Peñuca en una caminata propuesta y coordinada
por Manuel Llaneza. Se trata de una senda que recorre todo el litoral naviego.
Y después de recorrerla, de cuantas conozco la tengo para mí como una de las
mejor acondicionadas: muy bien señalizada, con amplia información de los
lugares de paso y sus oportunos mojones kilométricos.
Buen camino, siempre al borde del acantilado.
El recorrido se inicia en las
proximidades de la aldea del Bao, donde de la N-634 parte la NV-2. Al abandonar
la carretera local, por un ancho camino de tierra nos acercamos al cauce del
río Barayo. Este río, que nace en la cara norte del pico El Can, en la sierra
de Panondres entre Villayón, Valdés y Navia, es en todo su recorrido límite
natural entre los dos últimos concejos. Nosotros lo recorremos por su margen
izquierda en la parroquia naviega de Villapedre; al otro lado del río son tierras
de la parroquia valdesana de Otur. El camino pasa junto a una instalación
ganadera rodeada de prados y luego se interna en un frondoso bosque de
castaños, pinos y eucaliptos donde vimos una espectacular bolsa de la abeja
velutina.
El camino por el bosque de Barayo.
Pasada Vega Barayo, nos acercamos al
río para luego iniciar un ascenso hacia el mirador de la misma playa de Barayo.
Esta playa está catalogada, con toda la cuenca del río, como Reserva Natural
desde 1995. Desde el mirador sobre un profundo acantilado pizarroso, contemplamos
la arena oscura y la desembocadura del río después de trazar amplios meandros.
La playa y el estuario del río
Barayo, en el extremo más oriental de la costa naviega. Y a partir de aquí,
nuestro camino ya será siempre al borde del acantilado; a nuestra izquierda,
pradería y tierras de labor y, más al sur, la sombra de pueblos y caserías que
se comunican por la NV-2. Al norte, el continuo cantar de las olas en
acantilados y playas: Los Anaos, la Punta el Oligo y la de Salgueiro frente a
sus tres islotes; la ensenada de Asteiro, la Punta el Castillo, la de la
Farola... Así hasta llegar a Puerto de Vega.
La playa y el río Barayo, desde el mirador.
Es Puerto de Vega la segunda
localidad del concejo y en ella reside la cofradía de pescadores. Descendemos
hasta el puerto, donde desemboca el río Romallande que nace cerca de
Villapedre, y atravesamos el pueblo por sus estrechas callejas. Pasamos ante la
casa de Trelles Osorio, donde se retiró Jovellanos y falleció en 1811, y
llegamos a La Atalaya; bonita plaza con su mirador, un busto de bronce de
Jovellanos y la ermita: buen lugar para la labor de los fotógrafos.
La Atalaya y la ermita de Puerto de Vega.
Tras el breve descanso, descendemos
hasta la ensenada de La Losera, cruzamos el arroyo Cabrarigal y desde el camino
contemplamos la isla de Soraina. Pronto llegamos a la esperada playa de Frejulfe,
una de las más frecuentadas del occidente pues cuenta con buen acceso desde la
NV-2, aparcamiento y todo tipo de servicios. Aquí desemboca el río Frejulfe,
también llamado río Monte, que nace en la vertiente más noroccidental de la
sierra de Penondres. Está catalogada como Monumento Natural, con su campo de
dunas, las limpias arenas de color oscuro y la limpieza de sus aguas. Al borde,
bajo un pinar, hay un área recreativa, excelente lugar para el descanso, la
comida y la conversación.
Vista parcial de la playa de Frejulfe.
Al oeste de la playa de Frejulfe
vemos la Punta el Picón como indicador de por donde seguirá nuestro recorrido.
De nuevo el desfile de nombres que adornan el mar Cantábrico. Primero, la playa
de Cereizo, pequeña ensenada en la desembocadura del arroyo homónimo; luego, después
de bordear la Punta de Cereizo, pasamos sobre las playas de Fabal, de Coedo y
de Las Rubias, que tal vez debe su nombre a antiguas explotaciones mineras de
oro.
Así llegamos a la playa del Moro, más
amplia, y a diferencia de las anteriores con acceso por carretera y
aparcamiento. Está situada a la derecha de la bocana de la ría de Navia, y tras
unos metros por la carretera, una senda con escalinata nos deja en la playa de
Navia. A ésta se le conoce también como la playa de Andés, pues no en vano se
ubica dentro del territorio de esta parroquia.
Mirador y escalinata en la playa del Moro.
Navia se encuentra a kilómetro y
medio de distancia por la NV-1. Nosotros, por un bonito parque arbolado que va
remontando la navegable ría por su margen derecha, al otro lado se encuentra ya
el término de Coaña, nos acercamos a la villa que es la cabecera comarcal. Así,
en un entorno deportivo, festivo y comercial, terminamos esta caminata costera
que nos ha permitido recorrer la rasa marina naviega de punta a punta, de
oriente a occidente.
Vista hacia Puerto de Vega y su empinado caserío.
Las fotos son de José María Arnillas.
(El
grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 25 de noviembre
de 2017).